Curiosos

miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Quién consume a quién?

OPINIÓN



Con la presente ponencia pretendo analizar uno de los hábitos más comunes y a la vez, más letales que existen hoy día. Un hábito que miles de millones de personas practican incansablemente cada día, como lobotomizadas por una mano oculta: el verbo es 'fumar' y la acción es la absorción de naftalina, toulidina, pireno, uretano, polonio-210, dibenzocridina, vinilo, cadmio y otros maravillosos componentes letales que disfrazados de inofensivo cigarro de papel consumen, día tras día, tus capacidades físicas más básicas.

Todo esto me lleva a preguntarme si es el fumador el que consume tabaco o el tabaco el que consume al fumador. Esta dichosa sustancia, consume, cada año, la vida de 3.500.000 de personas en el mundo, lo cual son 10.000 muertes diarias y siguiendo con la actual tendencia, en 2020 y 2030, los fallecimientos anuales serán de 10.000.000 al año, una cifra escalofriante. Además, entre otras enfermedades comprobadas, el tabaco es responsable del 30% de las cardiopatías coronarias, el 80% de los casos de Enfisema (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), el 30% de las muertes de cáncer, el 90% de las de pulmón, el 80% de las de laringe, y así, pasando por cada uno de los componentes de nuestro amado cuerpo, podría seguir uno por uno, enumerando el efecto que produce en cada uno de ellos y las enfermedades que suscita.  

La versión oficial asegura que el hábito nace de la propia absorción de componentes químicos y que la nicotina es la culpable de todo. Paremos un segundo, ¿de veras debemos creernos que la nicotina supera toda capacidad mental de autocontrol? Es decir, nadie en su sano juicio, opina realmente que la nicotina sea la que te impulsa a comprar en la tienda de la esquina una cajetilla de tabaco; entonces, ¿porqué legitimamos todo acto de consumo a estos productos químicos?.


La tan adquirida idea de ' necesidad' quizás nazca de los medios de comunicación, que con sus campañas publicitarias y sus maravillosos retratos Hollywoodienses, nos vendieron que fumar era cool y que si fumabas eras interesante. Ello es, sin duda, el más fiel  testigo de la poderosísima capacidad persuasiva de los medios de comunicación y de la indiscutible responsabilidad de los emisores para crear y permitir la adhesión inconsciente de ciertos patrones por parte de la sociedad. Ejemplo de ello fueron las repetidas campañas publicitarias que se hicieron hacia los años 50, cuando muchas personas se quejaron de que el fumar cigarrillos producía tos. De inmediato, la publicidad tabacalera dijo que 'algunos' cigarrillos no daban tos. Camel, por ejemplo, tuvo un slogan muy popular que decía: “Ni un solo caso de irritación en la garganta por fumar cigarrillos Camel”. Lucky Strike por su parte, respondió de esta guisa: “20679 médicos dicen que los Luckies irritan menos”. Lo que ocurrió fue que la gente se lo creyó y que sus ventas se dispararon. Irrisorio.

Por tanto, podríamos decir que la nicotina, en el proceso de consumo de tabaco, es la guinda de un pastel que la señora Macroeconomía se merienda día tras día y que en ese proceso, su fiel marido el señor Estado -el cual te previene de sus peligros, pero impulsa el comercio-, apoya y fomenta creando un sistema capitalista de 'toma pan y moja' que produce, vende, comercia, explota, destruye y arrasa con todo lo que tiene por delante... y tú, a modo de contribución, de mientras cedes tu cuerpo a la masacre. 


Piensa. Luego, áctua.