Curiosos

miércoles, 20 de febrero de 2013

Oda al escritor. Oda al Nuevo Periodismo

COLUMNA

Como dijo Platón, los libros son hijos inmortales que desafían a sus progenitores y quizás, desde esa perspectiva, todo escritor se funde con su obra, desgranándola y desmembrándola, para después unirla como hacía García Márquez con el tiempo, pero sin perder un ápice de la esencia que culmina toda obra, su carácter.
El escritor cuando escribe no junta palabras, sino que evoca desde un lenguaje universal  lo que su alma le dicta y lo que sus ávidos ojos perciben de la atmósfera que le rodea. De esta manera, durante el siglo XX los autores contemporáneos de esta época han trazado una senda común, marcada por la mirada crítica y la intención de ofrecer un periodismo al servicio del lector y en contraposición del periodismo informativo del siglo anterior.
Así pues, a partir de un mismo entramado literario, los autores nos han representado temas mundanos, como la cruda vida social de la clase obrera, embelleciéndolos, por ejemplo, a través de textos metafóricos como hacia George Orwell; o bien,  nos han mostrado las revoluciones y las protestas estudiantiles gracias a la maestría de Elena Poniatowska, que conjugaba dos grandes géneros periodísticos como la crónica y la entrevista, para ofrecernos un texto cercano, humano y desmitificado. Ansiedades, deseos, luchas internas, luchas contra el poder, metáforas sobre la vida social… En el mundo de un escritor no hay límites, como no los hay tampoco en su pluma.
Pero si hay un periodismo que roza la literatura e invita a estar presente durante el desarrollo de los actos, es el Periodismo Gonzo de Doctor Hunter Thompson. Gracias a la lectura de sus libros, donde su implicación directa en los acontecimientos siempre es latente y seña del valor que da al autor de la narración en primera persona, puedo imaginarme al autor  con su botella de ron en una noche de verano, vestido  con su hawaiana camisa estival y con sus inconfundibles gafas oscuras tapando lo que no a todo el mundo deja ver, su mirada.
Y así, entre inexplicables emociones e infinitas divagaciones, llegan a nuestras manos, las obras de un autor que un día prefirió no dormir, prefirió leer y prefirió expresarse, para dejar en forma de libro su pensamiento y para que tú decidas, si por bueno o por malo, su hijo inmortal merece estar en tu repisa.